Fotoblog de los alegres excursionistas

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sábado, enero 28, 2006

2006-01-28 La madre del Cordero: Segovia


Como saldar una deuda.
En compensación al esfuerzo realizado por los 4 rescatadores el día que les invitamos a conocer La Puebla de La Sierra contra su voluntad decidimos que en pago y agradecimientos a su servicio les invitaríamos a comer: he aquí la prueba. Si bien es cierto que ellos, como almas caritativas que son, se negaban a que corrieramos con todos los gastos, pero un compromiso y una palabra dada hay que cumplirla. (Observense las caras de felicidad de los salvadores)


A Los Ocho de La Puebla se unieron dos personas más, mujeres para ser precisos (este matiz sobre el sexo es importante cuando se trata de comensales).

Salimos de Las Rozas en tres coches y llegamos a Segovia sin problemas, a pesar de los malos augurios metereologicos que pronosticaban grandes nevadas e inclemencias.
Parada para caña y tapa en un bar de Segovia City antes de partir hacia el Ventorro de San Pedro Abanto, lugar donde la maestra de ceremonias había reservado mesa. La temperatura estaba entre -1º y 0º...algo no muy agradable para estar de paseo por las callejuelas segovianas.

Ya en el restaurante y tras dar buena cuenta de los entrantes llegó el cordero (para ellas) y el cochinillo (para ellos) y, como suele ser norma en toda mesa...a ellas les sobró mientras que a ellos les faltó.

Después de la sobremesa y tras revisar la cuenta (nos habían metido algo de clavo) nos fuimos al Parador Nacional, desde donde hay muy buenas vistas de la ciudad. Allí volvimos a tener una segunda sobremesa a base de pastas y bebidas varias.

Como nos pareció poco tiempo el compartido juntos y, con la excusa de llevar los huesos de la comida al perro de una amiga, decidimos ponernos rumbo a Madrid y "más allá" ya que acabamos en Rivas, en una tercera sobremesa. Aquí el cansanció se hizo patente y hubo que disolver el encuentro antes de que empezaran los roquidos.

Pues nada, se terminó. Espero que nadie se moleste por haber publicado su foto, pero si alguien no quiere salier que lo diga... ya haremos algo.

Fdo.Antonio

sábado, enero 14, 2006

2006-01-14 El Atazar incompleto

Nueva "aventura" de los alegres excursionistas...

Después de lucharlo mucho, conseguí que mis queridos compañeros de juegos, me acompañasen en esta pequeña aventura. Ya no me hablan.

Esta vez, la ruta era de 50 Km. Íbamos dispuestos a estar todo el día. Las previsiones de tiempo, eran que iba a estar nublado y por la tarde, quizá, cayese algún chubasco. Ciertamente, amaneció nublado.

Quedamos a las 10 am. en El Atazar. A la hora convenida, estabamos allí Lidia, Pablo y yo. Como parecía que Antonio no llegaba, decidimos tomar un café.

La aventura comienza. Hay que buscar un bar en el pueblo. Efectivamente, lo había pero aparentemente, no estaba abierto. Error, si lo estaba, pero hay que estar fuerte para saberlo. Mientras esperabamos a Antonio tomamos un Cola-Cao y unos cafés. Cuando llegó el último le hizo un comentario al camarero sobre su abuelo y la presa, y el hombre, con pasión desatada, nos contó que era el jefe de mantenimiento de la presa y otras 2 ó 3 más.Nos habló de los 8 Km, de galerías dentro y fuera de ella, de los más de 7.000 puntos de control, y demás cosas que merecerían verlas in situ.

Pero no estabamos este día allí para eso. A las 11 salimos con ilusión hacia el infierno blanco.

La cota máxima de esta ruta, está en 1.600 Metros y alguien me comentó, que a partir de los 1.200 ya había nieve. Mariconadas. Somos hombres o qué...La ruta empezaba con una cómoda cuesta abajo desde los 990 Metros. En seguida, venía una larga subida de 25 Km hacia los 1.600 metros. Y, a partir de aquí, había otra bajada de 25 Km.

Acababamos de empezar, estabamos frescos y contentos y además, había salido el sol. No sabíamos la que nos esperaba.

Las cumbres, se veían a lo lejos cubertas con nieve. Pero no parecía preocupante...

Llegamos a la nieve y vimos que no era para tanto. Tras un corto debate, decidimos que parecía que la nieve no era tanta y además, después de la ruta por Cotos, estabamos acostumbrados a esto y había unas rodadas que permitían la circulación.

La alegría nos inundó y algunos celebraron la llegada de las nieves. (¡¡¡Cucarachas!!!)

Dejamos el patinaje y seguimos la ruta. Llegó un momento, en el que las rodadas seguian, pero se hacía difícil continuar. Ya que cuando la rueda de la bici daba en uno de los lados del carrilito, era fácil perder el equilibrio, con lo que al final, acabamos andando sobre la nieve.







La cosa empezaba a ponerse "chunga". La nieve no desaparecía y el día se iba acabando. Llegó un momento, que la ruta, ya no se podía seguir. Iba más hacia arriba y en el camino, no había huellas. Al final, nos olvidamos de los mapas y intentamos bajar a un pueblo que había cerca: La Pebla de la Sierra.

El pueblo, estaba al final de una cuesta hacia abajo asfaltada. Esta cuesta, lejos de reconfortarnos, nos "golpeó" más. Los pies y las manos mojadas bajando a 40 hicieron mala combinación y nos dejaron las extremidades al borde de la congelación a Lidia y a mí.
(Antonio:Quedó demostrado que el windstopper es muy eficaz en estas condiciones "extremas". Pablo y yo que ibamos estrenando prendas ad hoc no sufrimos tanto frio en el descenso)
En este lugar, sólo había un bar en la plaza del ayuntamiento. No servía comidas, no tenía calefacción, no tenía taxis. Mientras Lidia y yo intentabamos recuperar los pies, Pablo y Antonio, fueron a buscar algo para comer y transporte para ir a por los coches. Consiguieron dos bocadillos de tortilla que, después de estar todo el día sin comer, sobreviviendo con barritas energéticas, nos supieron a gloria. Del coche, intentaron que un paisano nos bajase al pueblo, y después de hacerse rogar, nos comunicó amablemente, que no iba a bajar al Atazar.

Empezamos a barajar otras posibilidades. Al final, decidimos llamar a Celia para que nos vieniese a buscar. Tardaron cerca de hora y media en llegar. Nos llevaron a los coches y después volvimos donde estaban los otros.

Así contado, parece que aquí acaba la historia. Pero no podía ser tan facil. Ir al Atazar, nos costó más de una hora. Y volver también una hora. Mientras, los otros, se comían las uñas en el bar del pueblo del infierno. Al final, en el bar, confesaron que tenían embutido sin pan. Pidieron unos vinos para ver si ponía el embutido y fué que no. Se tuvieron que tomar el vino a palo seco. Al final, recoger los coches y las bicis y volver a a casa.

Lo mejor, el rescate de la amiga Celia,Tata, Nieves y Juanchu.
Lo peor. Podría haber sido la ruta, o la sin duda nieve, pero no, lo peor fue el bar de La Puebla de la Sierra.

Agradecimientos.
Al dueño del bar El Atazar. En El Atazar. Me comentó, cuando volvimos a el Atazar, que ya estaba preocupado al ver que no volvíamos. Estamos seguros de que si no hubiesemos vuelto, habría llamado a la Guardia Civil. Además de la simpatía y cercanía. A mil años luz del trato recibido por La Puebla de la Sierra.

A Celia, Nieves, Tata y Juanchu por el rescate. Les estropeamos el Sábado por la tarde. Os debemos una y muy gorda. Gracias.

viernes, enero 13, 2006

2006-01-08 Ruta "marrón"

Aprovecho que Antonio tiene el blog en borrador para adelantarme. Je, je...
(Pues como te has adelantado, me veo en la obligación de añadir algún comentario y foto para intentar completar las vivencias del día)
Rutita "marrón" por Valdemaqueda.

La cosa, no empezó mal. Quedamos en casa de Pablo sin nada decidido pero con opciones. Sacamos nuestros libros y después de deliberar, decidimos ir a un lugar nuevo e inexplorado. Valdemaqueda.

Fuimos allí con ganas de estirar las piernas y quemar el roscón de reyes.

Antes de llegar al incio de la ruta y sin bajar las bicis del coche, ya tuvimos la primera "toba"... El recien estrenado GPS del amigo Pablo decidió que el camino correcto para llegar a Valdemaqueda, era uno de tierra. Debió oir que íbamos con las bicis y le echó pasión. Decidimos pasar de él e ir por donde sabíamos.(...afortunadamente este GPS no nos acompañará más, fue un regalo efímero; por suerte la GUIA CAMPSA sigue en la guantera)

Llegamos a las 11 y media pasadas al destino.

Una vez en el origen de esta ruta singular, bajamos las bicis y comenzamos el camino...

Pablo...
Antonio...
Lidia...
Y yo ¿?. (Pues aquí estas, y que conste que he me contenido y no he publicado la ya clásica y repetida estampa que pone de manifiesto el mal funcionamiento de tus riñones...)


Fuimos siguiendo las indicaciones de Domingo Pliego. "... En breve cruzaremos una barrera, que suele estar abierta y...". Segunda "toba"... No estaba abierta. (Efecitivamente estaba cerrada, y nuestro espirítu Almonteño no era suficiente para saltar la verja y las horquillas de Lidia tampoco sirvieron como ganzua; así que dejamos nuestra firma y nos dimos media vuelta...)
Estuvimos un rato largo buscando la forma más adecuada de saltar, decidimos darnos la vuelta e intentar otra ruta: "Vuelta corta a Valdemaqueda".

Empezaba con una bajada muy emocionante. Pablo dió fé de ello. De la alegría que le dió, decidió revolcarse por el suelo. Tercera "toba"... Pablo cae. Aquí está el lugar de los hechos.

Se puede ver que la rueda, se enganchó en la torrentera enviando al veloz Pablo contra el suelo. Resultado contusión en rodilla izquierda. En el hipotético caso de que hubiese salido bien de esta, un poco más adelante, le esperaba otra más profunda.

Este fue el resultado de la caida... Sobrevivió.

Como vimos que la rodilla de Pablo estaba en su sutio, continuamos la bajada y nos encontramos con un lugar apto para visitar en verano. Es el area recreativa de cuyo nombre no puedo acordarme. Pero quisiera. (Para que te ayude a recordar)

Estabamos al otro lado del río y para volver, alguien (de cuyo nombre no quiero acordarme...) propuso que para volver al camino, podíamos ir hacia atras y cruzar el rio por un vado que había visto y que estaba ahí... Nunca apareció. Cuarta "toba"... Fuimos y volvimos por un camino del infierno, ciclable el 10% y el de la maravillosa idea quedó defenestrado, tachado y no exento de que el destino le castigase con una caidita por un barranco sin consecuencias.

Cuando recompusimos la ruta y volvimos al camino, empezó una dura subida. Corta pero intensa. Sólo los más fuertes llegaron arriba a bordo de sus monturas (el que vale, vale).

Aquí acabó esta ruta a las cuatro de la tarde. (Añadir que en esta ruta todos caimos en el algún momento, como si se hubiera producido un efecto contagioso).

No podemos olvidar el revuelto de morcilla, las croquetas y el choricito. Esto fue de lo mejor del día. Pero también hubo que ganárselo (quinta "toba"). (Destacar que en este BAR no es lo mismo el Trinaranjus que la Trina de Naranja)

Volvimos a casa con la inestimable ayuda del ignorado GPS de Pablo. No sabemos si va a querer ayudarnos en otra ocasión.

Antonio, que tenía compromiso para ir a comer no llegó. La rodilla de Pablo, no sabemos en que estado quedó (parece que andaba). Al GPS se le vió alguna lagrimita.

Adios.