Fotoblog de los alegres excursionistas

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jueves, agosto 14, 2008

2008-08-14_17 Picon y el Serengueti español




A pesar de que este blog transcurre en un pequeño pueblo manchego de la provincia de Ciudad Real, no lo voy a comenzar repitiendo, por manido, el principio del libro más conocido y traducido de las letras españolas; ese que fue escrito por un manco y que seguro, en este momento, estaréis repitiendo vosotros mismos en el silencio de vuestra mente.

Lidia, no sabemos si a consecuencia de los espirituosos y “rurales” brebajes ingeridos una noche o si simplemente, por no echarse atrás y querer decir la última palabra (vamos, por no callarse…), aceptó el reto de liderar la búsqueda de una casa rural donde poder pasar, todos juntos, el puente... ¡de Agosto!, sí de Agosto: el mes más caluroso y vacacional, el mes en el que las lagartijas huyen del sol, el mes en el que cereal es más pajizo, la tierra más polvo y los arroyos se secan.
La sombra sólo se encuentra en forma de paraguas multicolor en las playas, repletas de toallas extendidas y bañistas untados en crema protectora, a pesar de lo cual, como en el lejano Oeste, hay más “pieles rojas” que “hombres blancos”. La orilla se convierte en pasarela para exitosas y exuberantes “operaciones silicona&botox” pero desgraciadamente también de fracasadas “operaciones bikini”: ¡todo vale!

El caso es que ,salvo los que andaban efectivamente disfrutando del mar, el resto, no compartíamos casa rural desde Marzo de 2007. Sin duda demasiado tiempo, algunos incluso han tenido tiempo de aumentar la familia.

Tras una frenética búsqueda de última hora, con el clásico cruce de correos electrónicos y llamadas, nos decantamos por una casa que cumplía tres premisas básicas: no ser cara, no estar lejos de Madrid y tener BBQ: “El bálsamo de fierabrás”. La opción de casa con piscina aunque deseada, no era viable, ni por precio ni por disponibilidad. Aún ásí nos sobró con la piscina municipal de Picon. Además la temperatura esos días bajó y fue bastante suave.

Salimos la tarde del jueves. Nuestros temores de retenciones y atascos enseguida desaparecieron y, en algo más de dos horas, llegamos al punto de encuentro con el casero: “en el Consultorio Local, en una plaza con una fuente”. Consultorio sí había, plaza, bueno… pero llamar fuente a un grifo a los pies de un farol me parece excesivo.

La casa nos sorprendió gratamente, era amplia, estaba cuidada y tenía muchos detalles. Lo mejor es que cada dormitorio tenía su propio baño (con la edad algunas cosas se convierten en comodidades irrenunciables). Lástima que hubiera casi siempre un desagradable olor a cañería y escaseara el "papel de combate”. Esto, junto con un gallo del vecindario que cantaba a todas horas del día y la noche, no dejándonos pegar ojo, fueron los únicos peros.

El viernes por la mañana fuimos a la piscina, pudimos nadar y tomar el sol comodamente mientras esperabamos la llegada de los más rezagados (Precios “majos” y populares).


Para la tarde, dada la proximidad del PN de Cabañeros, habíamos reservado con antelación una visita guiada (las únicas que se pueden hacer). Después de comer, salimos a velocidad de crucero hacia Alcoba de los Montes, punto de encuentro para la visita. Allí hicimos tiempo en un solitario bar viendo por la TV a Rafa Nadal meterse en semifinales de la Olimpiada. Al poco rato estábamos todos montados en una camioneta todo terreno conducida por otro Juanma (nuestro guía).

A medida que avanzábamos por las pistas forestales y nos adentrábamos en los límites del PN nos iba hablando sobre la flora y fauna del lugar. Enseguida se paró y nos hizo bajar, montó un telescopio en un trípode y nos invitó a mirar para que observáramos, en un árbol muy distante, a un ejemplar de Águila Imperial en su nido. ¡Impresionante! Minutos después apareció otra águila y los dos se echaron a volar cogiendo rápidamente gran altura. No sin dificultad seguimos su vuelo con nuestros prismáticos hasta que les perdimos en el horizonte.

Repetimos la misma operación poco después para ver a un joven Buitre Negro en su nido, este se veía mejor, más cerca.
Ya en la furgoneta nos adentramos en la raña, la gran llanura cerealista. Fuimos recibidos por perdices, ciervos y diferentes rapaces y pájaros: cernícalos, aguiluchos cenizo, águilas culebreras, abejarucos, abubillas… es una planicie casi infinita.
Nuestro guía intentaba localizar en la distancia nuevos ejemplares, anticipándose así para evitar que se espanten a nuestro paso.
Llegamos a la zona donde pastan los ciervos. Se cruzan a la carrera delante del coche y se pierden entre las hierbas altas. Se cobijan a la sombra de las encinas y quejigos. El calor y el color de estas escenas nos hace pensar en África, en las carreras de las gacelas que tantas veces hemos visto en los Documentales de la 2 (esos que nadie veía). También veremos zorros y jabalís.
Tras más de 3 horas volvemos al punto de partida. Se agradece la carretera asfaltada después de tanto traqueteo y vaivén por pistas empedradas.

La mañana del sábado damos un pequeño paseo por Picon, en busca de la carnicería y la panadería para comprar los ingredientes imprescindibles para la BBQ de esa noche, cuando celebraremos mi cumpleaños.


Antes, para comer, nos preparamos unos sándwiches y nos vamos hacia otro pueblo “El Tormo”, donde nos damos un baño en aguas dulces y “disfrutamos” del picinic.
Por la tarde visitamos la capital, Ciudad Real, que a pesar de estar en sus fiestas mayores presenta unas calles con poca vida y sin actividad. (Si de Albacete todos sabemos un dicho, de Ciudad Real, no hay dicho, porque no merece la pena ni ir para eso…, duro pero cierto)


El domingo, después de ver nuevamente a Nadal ganando la medalla de oro, nos homenajeamos con unas generosas paellas que, previamente, habíamos encargado en un sitio recomendado y de prestigio en la zona. Un acierto más de esta casa.


Fdo. Antonio