Al contrario que la paloma de Alberti, que por ir al norte se fue al sur, Antonio no se equivocaba en sus previsiones. 2007 ha llegado y aún seguimos de parón deportivo-aventurero. Las costillas rotas, los tobillos esguinzados, las lluvias torrenciales, y los grados bajo cero, son cosa del pasado, pero la actividad no se reanuda. ¿Estaremos hibernando, cual el oso pardo? ¿Nos habremos hecho mayores? ¿Hemos cambiado el espíritu aventurero por el hogareño? ¿Hemos traicionado a Decathlon y corrido a los brazos de Leroy Merlin?
Sea cual sea la respuesta, está claro que cualquier razón es buena para romper, al menos, el silencio de este blog.
Lo que empezó siendo una convocatoria de Celia para tomar unas cañitas y unos pinchos por la Latina, con el fuego cruzado de e-mails a lo largo de la semana acabó siendo una megakedada del club de solteros de ORGANIZATRIX. En nombre de todos, gracias Celia por sacarnos a pasear.
Ante la afluencia masiva de público, se tuvo que descartar la opción “Taberna del Tempranillo” (para otra vez, no os perdáis la tosta de salmorejo con pechuga de codorniz, ni el magret de pato con cebollitas caramelizadas). Qué duro es contar estas cosas a la una de la tarde, recién levantado después de una noche de juerga. En fin, sigo.
El punto de encuentro fue finalmente “La Burbuja Que Ríe”. Aunque sería más adecuado decir “Que Estalla”, porque a eso de las once de la noche, no cabía un alma. Tras unos momentos de tensión, conseguimos que los quinientos que había cenando al lado terminaran de brindar, pagar y salir de allí, y nos anexionamos parte de su mesa. Así conseguimos sentarnos todos y empezar a debatir sobre el menú. Que si el 1 para 16, el 3 para 2, el 2 para 5 más el 1 para 2, algún gracioso pidiendo el 4 para 1... Y toda esta discusión entre un sinfín de cánticos populares a todo trapo (desde el indispensable “Asturias Patria Querida”, hasta “Inspector Gadget” o “Dartacán”, en versión para gaita y coro ebrio). Así que al final hubo decisión salomónica (2 para 16), y antes de acabar de pronunciar “seis”, empezaron a sobrevolar peligrosamente sobre nuestras cabezas, las primeras tablas de queso, seguidas de botellas de sidra y demás complementos de la dieta. Para no enrollarme, nosotros nos pusimos las botas, y el camarero nos puso un par de medallas a algunos, por lo bien que habíamos comido.
Al salir y doblar la esquina nos estaba esperando “Olé”, tablao flamenco en decadencia, reconvertido en discoteca del montón. Pero a 10 euros dos copas, ¿qué más da la decoración? Y de lo que pasó en el garito hasta eso de las 5 am, dejan constancia estas fotos.
Hasta la próxima, que espero sea pronto.
Pablo.
