Fotoblog de los alegres excursionistas

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sábado, julio 08, 2006

2006-07-08 El Berrueco

No voy a dar muchas pistas porque, si no, éste tipo de sitios se llenan rápidamente de gentuzilla, y no es plan. No vaya a ser que nos apetezca volver otro fin de semana y no encontremos sitio para plantar la sombrilla... si alguna vez compramos una!

Temerosos de pasar un día tórrido como el pasado sábado, en un lugar desconocido para la mayoría, llegamos al lugar de encuentro a eso de las 11:30. Unos en punto, otros más tarde, otros mucho mucho más tarde, y otros no vinieron, pero estaban con nosotros en espíritu. Tras un intento fallido de organizar comida de mesa y mantel, la avanzadilla se adentró en el campo en busca de una calita coqueta, íntima y acogedora para aguantar el día. Como equipaje, mucha bebida, mucha crema, tohallas, y poco más. Alguna llegó sin bikini, y otros sin bocatas, confiando en la caridad cristiana del coche escoba (escoba, pero eso sí, con aceite limpio y ruedas nuevas).

Al poco de empezar a andar vimos arena y agua, se nos hicieron los dedos huéspedes, y allí mismo acampamos. Si vais por allí alguna vez, es pasando el tercer nudista a la derecha. Y nada más llegar... ¡al agua patos!, para escapar de los 40ºC a la sombra que hacía. A la sombra, la más cercana que por allí había, de una haima que se habían montado unos un par de calitas más a la derecha.

El agua a la temperatura adecuada, potable, en fin, mejor que algunas piscinas. El paisaje no muy florido, pero de vez en cuando bajaban de los bosques cercanos seres de otro tiempo, en pelota picada (picada pero eso sí, tostadita por el sol) que alegraron el día o quitaron el sueño a más de una.


En fin, el día transcurrió sin muchas sorpresas. Lucas, tras evitar ser sodomizado en varias ocasiones por un chucho pequeño pero cabrón, debío beberse 4 hectómetros cúbicos de agua para recuperarse del susto. Pero antes de irse, como can bien educado que es, la dejó toda en su sitio. Eso sí, en forma de orina. Además, sacó del agua palos suficientes para hacer una cabaña en plan supervivientes (por cierto, hoy es la final).

Y cuando la piedra que nos había prometido sombra para la tarde, empezaba a darnos algo de cuartelillo, y empezaban a llegar los sabaderos de un camping cercano, nos fuimos.

Depués al llegar a Madrid, tuvimos el acierto de ir a cenar a Casa Pepe "el guarro", leyenda de la hostelería madrileña. Sus alitas hicieron honor a tal leyenda, pero lo de la cuenta da para escribir otra. Salimos a 7 auros por barba, con 6 o 7 raciones y bebidas para los 8. Vamos, para volver ya mismo. Eso sí, aprendí que las drogas pasan factura. Dejadlas. TODAS!

Bueno, que repetimos cuando queráis eh?

Fdo.: Pablo.