Fotoblog de los alegres excursionistas

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domingo, octubre 18, 2009

2009-10-18 Las Zetas de la Pedriza... otra vez


Puede que sea una de las rutas que más veces hemos hecho. Revisando la hemeroteca doméstica tengo registradas al menos otras tres veces más: 17/07/05, el 2/09/06 y el 19/01/08, así que con esta ya van cuatro. Podríamos decir por ello que es la “clásica”, ya que, si exceptuamos 2007, la hemos hecho una vez al año en los últimos 5.

¡Qué tiempos aquellos, en los que venía Lidia y todo...y que pintas teniamos!, aunque ¿muy distintas a las de ahora? (Fotos de julio 2005, no teniamos ni el blog)


Quizás hayamos repetido tanto porque siempre sorprende: quizas por su paisaje y las vistas de Madrid, o puede que por su dureza cuando estas fuera de forma y sirve para “probarse”, o también por su cercanía a a la capital, pero sobre todo por su estupenda bajada final…
Además la hemos hecho en ambos sentidos, y también con calor en verano y frío en invierno, incluso con nieve y hielo. Siempre sorprende.
A las 8.30 estamos citados Juanma, su amigo José Carlos y yo, en último aparcamiento al que se puede llegar en la Pedriza, siguiendo la carretera asfaltada. Ahí empieza la ruta, pasando bajo la barrera que impide el paso de coches. Amanece un día azul, sin una sola nube y con una atmósfera impoluta. “Ha merecido la pena el madrugón”, pienso para mis adentros, hasta que salgo del coche “de corto” y noto el tremendo frío que hace, 2 o 3 grados sobre cero.
Hay que ponerse en marcha cuanto antes porque sólo uno viene con ropa de invierno y sabemos que la única manera de quitarse la tiritona, es poniéndose a pedalear cuesta arriba… ahí se quitarán todos los temblores.
Los más preparados van delante, yo voy en la retaguardia, con la mirada fija en el suelo un par de metros por delante de la bici y dándome ánimos para vencer la pendiente (¡qué mal subo!).
De vez en cuando alguna parada para reagruparnos, pero cuando volvemos al camino, enseguida se distancian… ¡y encima charlando!.
En el comedero de buitres, deciden subir a La Nava: ¡ea! Unos kilómetros más por gusto para el cuerpo. Yo, que voy justito, me quedo disfrutando y del avituallamiento y de las vistas. En días tan claros como estos, la línea del horizonte está más lejos de lo habitual.
Juntos de nuevo comprobamos que la pista ha sido arreglada y mejorada. La última vez había tramos bastante rotos y descarnados por el agua.
En el Collado de los Pastores nos tomamos el obligado descanso para disfrutar nuevamente de las vistas (aunque ya aparece alguna nube) y nuestros alimentos, sabiendo que ahora llega lo mejor ¡la bajada! , la gran recompensa. Velocidad de vértigo y curvas en “zeta”, además de piedras y grietas, que te obligan a estar alerta a pesar de ir por una pista ancha y bastante limpia.